La seguridad vial es uno de los temas de las grandes urbes. La infraestructura que surge para fortalecer este aspecto es cada vez más variada en cuanto a soluciones y materiales. Los bolardos, por ejemplo, surgen de la necesidad de brindar protección y resguardar las aceras, sobre todo en ciudades donde hay cada vez más automóviles o accesos peatonales en zonas turísticas y de gran tráfico peatonal.
Los bolardos son dispositivos que se colocan en espacios públicos de tránsito peatonal, alrededor de aceras para delimitar, impedir y controlar los lugares de circulación de los peatones y los autos.
Su función es la de proveer protección ante cualquier eventualidad vehicular, evitando accidentes contra peatones, mobiliario y la infraestructura urbana.
En regiones como Europa, ante la ola de atentados con el uso de vehículos automotores, la ciudadanía demanda la colocación de bolardos como elementos de seguridad necesarios para la infraestructura urbana.
Aún hoy, muchos ciudadanos hacen usos de tubos, cadenas y botes con concreto como una solución improvisada para delimitar espacios peatonales y evitar invasiones. Sin embargo, esto puede generar percances en lugar de protección.
Por ello, los bolardos, a diferencia de estos dispositivos improvisados, son dispositivos pequeños con forma de poste, fabricados de diversos materiales resistentes a la intemperie.
Pueden ser de acero inoxidable, acero al carbón, plástico o concreto, por lo regular se fijan al suelo, pero cuentan con diseños cilíndricos con acabados seguros para evitar accidentes con las personas.
Algunos de los tipos que se pueden encontrar en el mercado, son:
Como los bolardos son de fácil de instalación y mantenimiento, son una solución efectiva de seguridad y limitación de aceras o espacios.
Pueden ser instalados en calles, hospitales, estacionamientos, escuelas, o como postes de protección para establecimientos y locales comerciales que dan a las calles, especialmente si no hay banquetas.